lunes, 7 de marzo de 2011

Creación culinaria

Bienvenidos lectores. He tenido una de esas noches donde uno toma una cantidad de alcohol no muy exagerada, pero tampoco escasa y cuando se acuesta no puede conciliar el sueño. Es lo que se conoce vulgarmente como "Pasarse de vuelta/revoluciones/rosca/merca". Quizás nunca les haya pasado, porque son gente sana, o porque siempre toman tanto, que llegan a sus casa con lo justo para caer en coma alcohólico en sus propias camas (cuando tienen suerte).

La cuestión es que, luego de dar unas vueltas en la cama, como perro que intenta dormir, me levanté para intentar algo distinto. Hay más de una cosa que puede inducir al sueño, pero todos sabemos que "panza llena, corazón contento", así que me fui a la cocina. Qué mejor que una buena comida para caer rendido como un bebé.

Verán, mis costumbres bolicheras incluyen comer una hamburguesa a la salida, en cualquier carrito cercano. Pero hoy fui a una fiesta de disfraces, y no había nada parecido a un carrito cerca. Por ende, cuando me levanté a cocinar, sólo tenía una cosa en mente: comer hamburguesas, lo más parecidas posible a las del carrito que tantas alegrías me dio.

Abrí el freezer, y me encontré con unas Paty criollo: sabor chorizo. Quizás ustedes queridos lectores, no conozcan las propiedades de esta hamburguesa. Habrán podido deducir su sabor. Pero lo curioso de estas hamburguesas, es su contundencia.

Uno puede comer 2 hamburguesas comunes y declararse satisfecho. Pero si alguien desafía su masculinidad diciendo "dale puto, acompañame y comete otra más", con algo de esfuerzo puede ingerir la tercera.

Ésto no se aplica a las Paty criollo. Si uno come 2 de estas hamburguesas y alguien le ofrece Danette dulce de leche de postre, no le va a quedar otro remedio que decir "bancame 15 que estoy digiriendo un mostro". Siendo 15 el mínimo, y si la seguridad en la propia sexualidad lo permite tomándose un tecito Cachamai en el medio.

No recomiendo hacerlo con amigos ya que probablemente lo metan a uno en una olla con agua hirviendo, al grito de "te vamos a hacer tecito a vos, pelotudo". Tengo amigos un poco extremistas.

Bien, retomando, las hamburguesas eran sólo una parte de la ecuación. Faltaban los aderezos. Encontré unas papas Mc Cain en el freezer, tamaño normal, porque no tengo los duendes con poderes mágicos que usan para reducirlas en los carritos. Previo chequeo en internet sobre como carajo hacer papas fritas (todo se frie más o menos de la misma forma, pero siendo la primera vez que las hacía, me quise asegurar).

Por supuesto que mientras cocinaba, apareció mi madre, que no pudo hacer otra cosa que reirse por encontrar a su hijo haciendo hamburguesas con papas fritas a las 8 de la mañana.

El resultado final fueron 2 hamburguesas, con lechuga, queso, papas fritas y chimichurri. Bien liviano y natural. Estaban buenísimas. En cuanto terminé de comer, no me quedó otra opción que venir y escribirlo acá.

Por supuesto que después de ingerir semejantes mostros, no podría estar escribiendo si no fuera con la ayuda de sustancias excepcionales. Adivinen a quién van a meter en una olla con agua hirviendo mañana.

Saludos, El Doc.


PD: Si cuando dije sustancias excepcionales pensaron en merca, son unos drogadictos y no estaban prestando atención al post.

PD2: Como se nota que se me ocurrió la primera mitad del post mientras comía, y la otra mitad la improvisé acá después.

No hay comentarios: